martes, 19 de enero de 2010

Un poco de poesía


El amor y la muerte, siempre de la mano. Una habitación repleta de mariposas, una mujer posando sus labios sobre la carta que habrá de enviar a su amante, la certeza de que la felicidad es por naturaleza frágil y breve. Acabados los versos, agotada la propia vida por el capricho del aire envenenado, vuelvo a casa buscando el nombre de ese poeta que murió tan joven en la ciudad eterna, ese espíritu libre que sin embargo supo detener el propio tiempo con palabras que no se llevó el agua. Y allí encuentro -en el prodigio aleatorio de internet- unos comentarios bellísimos del filósofo Gabriel Albiac sobre el mito, la muerte y la poesía romántica. Se habla con gran elogio de John Keats, a quien me refería antes sin nombrarlo, pero también de Byron, de Yeats y hasta de Lou Reed. Hay un verso del primero que finaliza con aquella idea brillante que nos enseñó Platón hace 25 siglos: que la verdad y la belleza son en realidad la misma cosa.

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