domingo, 24 de junio de 2012

De Florencia a Kirchberg


Un dibujo con una bonita historia detrás.

Un sueño de verano / invierno


Un sueño de verano o de invierno, o de los dos a la vez. Recordar es también soñar, porque el tiempo pasado siempre tiene algo de irreal, de vivido sólo en apariencia. Nada se escapa al misterio de un reloj de arena, al tiempo que crea y que destruye en un mismo acto de generosidad y locura.   

sábado, 2 de junio de 2012

Los felices pececillos


Durante los últimos años, he intentado recuperar el hábito de leer que perdí lamentablemente en algún momento entre el colegio y el instituto. Si es verdad que leer es un placer, no resulta fácil cultivarlo en los tiempos que corren, dominados por el monopolio de la imagen, los aparatos electrónicos y las redes sociales. Para leer un ensayo o una novela después del trabajo hace falta una especial voluntad, pues lo común es pasarse el día picoteando en internet de aquí y allá y al llegar a casa haber perdido el hambre de seguir leyendo. Desde luego es más cómodo ponerse a comentar la vida de los demás en Facebook o ver una peli en el i-Pad que empezar las Confesiones de San Agustín o Guerra y Paz de Tolstoi.

Por esta razón, me alegra cuando descubro un nuevo autor al que me apetece leer, pues intuyo que me va a hacer pasar buenos momentos durante una temporada. Simon Leys, autor de la "Felicidad de los pececillos", es el último de estos escritores que el azar o el destino (si son dos cosas distintas) ha puesto delante de los ojos para que disfrute de su rico y variado pensamiento transformado en literatura.

Como hiciera Montaigne hace varios siglos, Leys disfruta mucho citando a otros autores. En el libro que acabo de leer, hilvana con gran acierto sus propios pensamientos con la ayuda de anécdotas y frases de otros personajes famosos, entre los que se encuentra casi siempre algún maestro de pintura chino. Si en la cristalina prosa de Stefan Zweig se nota enseguida su gran afición a la música, en el caso de Leys se desprende un notable interés y conocimiento por las artes pictóricas.

Es precisamente esta capacidad de mezclar arte y literatura con acierto  lo que me atrae en particular de este autor y me permite pasar buenos ratos ajeno a las preocupaciones del día a día. Como observaba el maestro chino del relato, desde lo alto del puente se puede comprender al margen de todo razonamiento lo felices que son los pececillos que saltan en el río. Ese el placer por la literatura que resulta tan difícil entender por los maestros de lógica.