lunes, 11 de abril de 2011

El fin de la abstracción


El mundo se materializa en lo concreto: el punto de partida de todo lo creado es la necesidad (la libertad viene después, para tapar los huecos). Descartados mitos y dioses antropomórficos, bajo la geométrica mirada de Spinoza y su tela de araña de teoremas y escolios, el hombre racional queda atrapado, sin más ayuda para entenderse a sí mismo que su pequeña conciencia y sus pasiones de andar por casa. Así se explica que el hombre busque la alegría casi siempre en el lugar equivocado, que en lo moral no haya evolucionado desde hace siglos. Con el paso del tiempo ha cambiado tan sólo el estilo, la forma de decir las cosas. Por mí parte, he sentido la vieja alegría de reencontrarme con un libro de Baroja en el que se refleja una visión de Europa mundana y jovial. Se trata de un mundo al que me gusta volver de vez en cuando, tal vez por la necesidad de toparme con una realidad que ya no existe. De esa ficción construida por el escritor formo parte como entretenido observador. En fin, salgo de Baroja y me topo otra vez con la cruda y pequeña realidad temporal de cada día. Con el fin de la abstracción llega el triunfo de lo concreto, la necesidad de adaptarme al presente y sus circunstancias.