martes, 24 de agosto de 2010

La casa torcida


El estilo es un "burladero de charlatanes", dice Pérez-Reverte. Para él lo más importante de un novelista es su capacidad para contar una buena historia. "El pintor de batallas" lo es, y me alegra haberme topado con este libro en mitad del verano, ya que expone con nitidez algunas de las ideas que rondaban por mi cabeza desde hace tiempo. La más importante: el creador es un solitario que paga un precio muy alto por cultivar su vanidad. Sin vanidad no hay pintura, no hay escritura, no hay fotografía que merezca la pena ser dada a conocer. Otra idea que extraigo de la lectura de su libro: la vanidad siempre supera a la bondad, si es que la bondad realmente existe en el alma del creador. En este caso, me estoy refiriendo a determinado tipo de personas, cuyo objetivo, más allá de la ética, es adentrarse en las fronteras de la condición humana, caso de un fotógrafo de guerra. No aburriré más con esto, tiempo habrá para hablar del estilo, que es lo que verdaderamente me interesa en estos momentos (como buen charlatán que soy). Tal vez, en vez de leer a gruñones tipo Pérez-Reverte o Schopenhauer, debería prestar más atención a autores como Conan Doyle y Agatha Christie, que nos hacen la vida más agradable con sus interesantes y entretenidas historias de crimen y misterio. De la dulce lectura de una de ellas, titulada "La casa torcida", nació un dibujo a rotulador que sirve para dar comienzo a una nueva temporada del blog, y que espero que os guste. En las próximas semanas, iré mostrando las pinturas de la nueva temporada acompañadas de las reflexiones personales que salgan al paso (ética del deporte, el ser y la nada, el otoño en centro-europa, anecdotario de Montaigne, etc.). Gracias por estar ahí.