domingo, 16 de diciembre de 2012

Volver


En realidad, nunca se vuelve del todo, ya que la repetición es una mera palabra para hacerse entender. Tampoco existe el azar, ni el destino ni la felicidad, y ahí seguimos cada día buscándole un sentido a todo esto. Este dibujo no es nuevo, pero el marco sí lo es y lo que representa para mí: simplemente un paisaje que redescubrir. Por eso digo volver, aunque en realidad, nunca me fui del todo.

lunes, 15 de octubre de 2012

Europa azulada y premiada



¿Quién irá a buscar el premio Nobel, Van Rompuy en persona, representantes de la troika, o algún ciudadano de Estrasburgo, Bruselas o Luxemburgo escogido al azar? Tendrán que crear un comité de sabios para tratar el asunto. Un comité paritario de 54 miembros -dos por cada Estado miembro-, con dos observadores croatas.

Extraña patria, la burocracia.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Jeroglífico


Añoranza de Babilonia, nostalgia de Constantinopla, recuerdos de infancia en algún castillo medieval...

viernes, 14 de septiembre de 2012

Ave Fénix


Material para psicoterapeutas, los nuevos sacerdotes de nuestro tiempo.

jueves, 23 de agosto de 2012

Noche de peces


Desaparecen los peces en este caluroso verano. Sería terrible tener que dibujar por encargo y, por ejemplo, estar obligado a retratar a políticos y cantantes para ganarse la vida. Quien tiene un talento suele llevar consigo un látigo y, en la mayor parte de los casos, debe soportar unas pesadas cadenas. También hay que tener talento para escapar de las servidumbres de los hombres o, como apuntaba Epicuro, para vivir oculto. Desaparecen los peces en este tórrido mes de agosto, pero otras imágenes han aparecido sobre el papel.

jueves, 19 de julio de 2012

La imagen oculta


Edipo frente a la esfinge. La respuesta más sencilla es casi siempre la más difícil de adivinar, de ahí la sorpresa del animal mitológico. Tal vez no sea mala opción, después de todo, volver a comprender los mitos para tratar de colmar las lagunas de la filosofía, disciplina del no-saber ejercida por los mayores soberbios de la historia. Vivimos en la trampas que nosotros mismos hemos elegido: el poder, el conocimiento, la imagen, la soledad. Para comprender por que no podemos salir de un laberinto sin llegar a otro, la razón no es una buena aliada en último extremo. Por eso el mito es importante, porque se sirve de la ficción y de la fantasía para explicarnos de forma bella los misterios de la vida que se escapan a la ciencia.

domingo, 15 de julio de 2012

Domingo en espiral


Ahora lo recuerdo como un domingo alegre y tranquilo. Fui como el poeta (uno de ellos) a correr por los bosques, tal vez  buscaba sin saberlo ese peculiar placer que se obtiene a partir del cansancio. En mitad de camino me paré a observar dos arcoiris que surcaban, casi en paralelo, el cielo de la ciudad: extraño fenómeno atmosférico (y lírico) que se produce por estas latitudes de vez en cuando. Después volví a casa y entre agua calentita y sales minerales (homenaje a Epicuro)  acabé un libro que tenía a medias desde hacía tiempo: una colección de relatos de Stefan Zweig. Casi todos acababan de manera trágica, marca de la casa, lo cual no me resultó del todo molesto ya que no soy amigo de las sorpresas.

jueves, 12 de julio de 2012

Dos mundos


Geometría y peces. Dos mundos que se cruzan, dos maneras de pensar -y de expresar- el tiempo de las cosas.

martes, 10 de julio de 2012

La Cour by night


Aquí no hubo intervención "ajena", aunque no hay que descartar que el arquitecto se dejara llevar por el número aúreo a la hora de diseñar las torres...

sábado, 7 de julio de 2012

Extraterrestres


Nos ayudaron a construir pirámides y edificios antisísmicos, después desaparecieron misteriosamente. Todavía hay gente que cree que los antiguos egipcios, por no hablar de los incas, realizaron sus imponentes obras arquitectónicas sin ayuda externa. ¡Qué gran confianza en la inteligencia del ser humano! Algún día se descubrirá el pastel y todos comprenderán al fin que las grandes civilizaciones de la humanidad están guiadas por una suerte de hilo común, invisible en apariencia pero imposible de ocultar para el que lo quiera ver. 

domingo, 24 de junio de 2012

De Florencia a Kirchberg


Un dibujo con una bonita historia detrás.

Un sueño de verano / invierno


Un sueño de verano o de invierno, o de los dos a la vez. Recordar es también soñar, porque el tiempo pasado siempre tiene algo de irreal, de vivido sólo en apariencia. Nada se escapa al misterio de un reloj de arena, al tiempo que crea y que destruye en un mismo acto de generosidad y locura.   

sábado, 2 de junio de 2012

Los felices pececillos


Durante los últimos años, he intentado recuperar el hábito de leer que perdí lamentablemente en algún momento entre el colegio y el instituto. Si es verdad que leer es un placer, no resulta fácil cultivarlo en los tiempos que corren, dominados por el monopolio de la imagen, los aparatos electrónicos y las redes sociales. Para leer un ensayo o una novela después del trabajo hace falta una especial voluntad, pues lo común es pasarse el día picoteando en internet de aquí y allá y al llegar a casa haber perdido el hambre de seguir leyendo. Desde luego es más cómodo ponerse a comentar la vida de los demás en Facebook o ver una peli en el i-Pad que empezar las Confesiones de San Agustín o Guerra y Paz de Tolstoi.

Por esta razón, me alegra cuando descubro un nuevo autor al que me apetece leer, pues intuyo que me va a hacer pasar buenos momentos durante una temporada. Simon Leys, autor de la "Felicidad de los pececillos", es el último de estos escritores que el azar o el destino (si son dos cosas distintas) ha puesto delante de los ojos para que disfrute de su rico y variado pensamiento transformado en literatura.

Como hiciera Montaigne hace varios siglos, Leys disfruta mucho citando a otros autores. En el libro que acabo de leer, hilvana con gran acierto sus propios pensamientos con la ayuda de anécdotas y frases de otros personajes famosos, entre los que se encuentra casi siempre algún maestro de pintura chino. Si en la cristalina prosa de Stefan Zweig se nota enseguida su gran afición a la música, en el caso de Leys se desprende un notable interés y conocimiento por las artes pictóricas.

Es precisamente esta capacidad de mezclar arte y literatura con acierto  lo que me atrae en particular de este autor y me permite pasar buenos ratos ajeno a las preocupaciones del día a día. Como observaba el maestro chino del relato, desde lo alto del puente se puede comprender al margen de todo razonamiento lo felices que son los pececillos que saltan en el río. Ese el placer por la literatura que resulta tan difícil entender por los maestros de lógica.

jueves, 31 de mayo de 2012

De paseo por la Feria


 Ayer pasé la mañana en la Feria del libro del parque de El Retiro. Llevaba años sin ir, cosas del exilio centroeuropeo. Tenía muchas ganas de recorrer el Paseo de Coches y disfrutar de nuevo del ambiente especial de la Feria. Hace años me paseaba por la Feria y curioseaba por la casetas sin saber muy bien lo que quería comprar. Desde que logré la estabilidad laboral, la verdad es que leo mucho más que antes y no solo en verano o en días de vacaciones. Gracias o por culpa de Stefan Zweig, la lectura de otros autores se me ha hecho casi obligatoria, por lo que cada visita a Madrid aprovecho para buscar los libros en castellano de esos escritores que por una u otra razón aparecen en alguna biografía o reflexión suelta del novelista austriaco.

Pero, oh casualidad, en el camino de los poetas malditos, conquistadores del océano y filósofos de todas las épocas se ha cruzado, casi sin querer, un autor al que a partir de ahora seguiré la pista de cerca. Se llama Simon Leys (ese es al menos su pseudónimo) y tiene publicada en la Editorial "Acantilado" una recopilación de artículos periodísticos cuyo título coincide en parte con uno de sus escritos: "La felicidad de los pececillos. Cartas de las antípodas". Lo compré porque, entre otras cosas, la cubierta de este libro está formado por tres peces vistos de perfil, lo cual se asemeja a varios de los dibujos que llevo haciendo -sin saber por qué- en los últimos meses.

He leido los primeros artículos y me he dado cuenta del gran acierto de la compra. Leys habla de arte, de literatura, de filosofía y de su propia vida sin que se sepa muy bien de que está hablando en cada momento. Esta capacidad de mezclarlo todo con naturalidad supone para mí una suerte de revelación; es como si hubiera dado con la clave para avanzar por un camino cuya existencia intuía pero no sabía muy bien a ciencia cierta donde se hallaba.

Escribir con sencillez y claridad, sobre temas interesantes, sin aburrir a los lectores con nada superficial o innecesario (aunque, en ese caso, y siguiendo al Eclesiastés, lo raro sería abrir la boca). Aunque durante un buen trecho el único lector sea uno mismo, creo que escribir es la única manera de comprender ciertas cosas.

lunes, 28 de mayo de 2012

Tablero de ajedrez


Casi por descuido, he leido "Novela de ajedrez", de Stefan Zweig. A pesar de sus buenas críticas, no me apetecía mucho leer este relato por su ambientación en la Alemania del tercer Reich. Sin embargo, tras haber leido un par de páginas, me pasó como con otras obras del autor: me enganchó y lo continué hasta el final con gran interés. Un mérito innegable de Zweig es acercar la literatura a los que, como yo, vivimos las servidumbres de la época audiovisual y pasamos el día picoteando información en internet.

En los libros del escritor austriaco, se hace referencia en no pocas ocasiones a dos categorías de individuos: los monomaniacos y los diletantes. Zweig, un diletante confeso, encontraba apasionante que una persona volcara todas sus energías vitales en un único asunto. Las biografías de Fouché, Magallanes o Mary Baker Eddi son un buen testimonio del interés de Zweig por este tipo de personas. En el otro extremo se sitúan los diletantes, aquellos sujetos cuya enorme curiosidad les impide concentrar su talento en algo en concreto a lo largo de sus vidas. Por suerte, esta curiosidad puede dar sus buenos frutos si se canaliza a través de la literatura, como demostró Montaigne con sus ensayos.

En "Novela de ajedrez" Zweig analiza una vez más la tipología del monomaniaco, en este caso un campeón del mundo de ajedrez obsesionado por ganar partidas y enriquecerse con ello. El otro protagonista de la historia es un ciudadano que sufre durante meses los métodos de tortura psicológica de la Gestapo y más no diré por si acaso hay algún curioso por ahí que quiere leer la historia. La relación de ambas personalidades contradictorias con el juego del ajedrez es lo que da interés a la historia y nos permite reflexionar sobre el valor de la libertad para el desarrollo del individuo.

Añadamos el hecho de que el escritor austriaco se suicidara poco después de acabar esta historia para tratar de comprender el verdadero alcance de esta obra. Si la muerte de Zweig no tiene nada de heroica, este penúltimo escrito suyo es un testimonio revelador de una terrible época de la humanidad que creemos definitivamente enterrada.

sábado, 12 de mayo de 2012

Peces de Semana Santa


Afronto esta nueva etapa del blog sin temor ni temblor. No se lleva bien el silencio cuando uno se acostumbra a hablar, aunque no se sepa a ciencia cierta si alguien anda por ahí, al otro lado de la ventana. Parece ser que tengo un seguidor registrado, y creo que no soy yo. ¿Será el creador de blogspot en persona para animarme o algún loco de la red, amigo de Montaigne, Hölderlin y Stefan Zweig?

Cada vez escribiré menos y dibujaré más. Hasta cambio de ciclo, seguiré pintando peces: geometría en movimiento de colores alegres para escapar del a menudo insoportable ruido de la actualidad. Este dibujo en particular lo realicé en Madrid, en aquellos días lluviosos de abril en los que Sebastian Castellio se rebelaba contra Calvino a raíz del asesinato de Miguel Servet.

Castellio y Servet: dos verdaderos indignados de su tiempo. Hablaré de ellos en una próxima entrega, con permiso del Eclesiastés. 

martes, 3 de abril de 2012

Un pez en el acuario


Siento una particular fascinación por los peces. Geometría, color y movimiento. Los peces se mueven sin césar, trasladando sus bellos colores a través de las transparentes aguas del acuario. ¿Por qué esa búsqueda constante de comida, si son alimentados periódicamente por el dueño del restaurante japonés? Un pez rojo, un pez azul, un pez amarillo. Por un día, por tan solo unas horas, me gustaría ser como el pez de un acuario, y vivir entre corales y plantas acuáticas, a una temperatura constante propia de un río tropical. Un mundo de cálido silencio, aislado por necesidad del ruido y de la interrupción.

viernes, 2 de marzo de 2012

El imposible vacío




Ayudado por la tecnología y por la falta de sueño, doy con una imagen cualquiera antes de dormir. Es una tendencia de la modernidad acumular cosas en vez de deshacerse de ellas. Más que escribir, debería borrar. ¿Pero cómo publicar lo borrado, como subir las imágenes que he decidido destruir? En la búsqueda del vacío está la sensatez, la única salida para separar lo esencial (los colores) de lo accesorio (las palabras).

miércoles, 29 de febrero de 2012

Un dibujo de febrero



Un pequeño dibujo para despedir este mes de febrero. Mientras me tostaba al sol en Lanzarote, se cumplían 70 años de la muerte de Stefan Zweig. Como homenaje involuntario, ya que no me di cuenta en el momento de preparar las cosas para el viaje, comencé en la isla uno de sus libros más famosos, los "Momentos estelares de la humanidad". Un libro original y a ratos maravilloso: todavía tengo un nudo en la garganta al recordar la caida de Bizancio a manos de los turcos o la gestación del Mesias de Händel. Lanzarote es una isla muy bonita que, curiosamente, ligaré a la derrota de Napoleón en Waterloo por inacción de su subordinado o al sorprendente episodio de la fiebre del oro ocurrido en California en el siglo XIX. En las fotos, claro está, quedarán montañas, volcanes, playas, viñedos, cuevas y el jardín de cactus espectacular ideado por César Manrique; en mi cabeza, permanecerá además el descubrimiento del océano Pacífico por Nuñez de Balboa y las primeras estrofas de la Marsellesa.

jueves, 16 de febrero de 2012

Manchas



Hay algo extraño en las palabras, en la necesidad de poner nombres a las cosas. El nombre es seguramente la primera forma de ficción con la que se relaciona el ser humano. También representa, está claro, una demostración de afecto. No se puede negar que el afecto es algo que ata, que nos aleja de la absoluta libertad de los que no tienen nombre. Ser libre es en última instancia carecer de nombre, carecer de todo aquello que nos liga al tiempo de las cosas y de las personas. Pero no se puede vivir sin sufrir por los demás, no se puede vivir sin amar las cosas y personas a las que hemos dado un nombre. Vivir para nombrar y para ser nombrado, supongo que se trata de eso principalmente. Nombres como manchas que no se pueden borrar, como los primeros recuerdos de la infancia.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Azorín y el tiempo de los peces





Hace falta mucha voluntad para leer, en los tiempos que corren, a un novelista tan pesado como Azorín (dicho sea "desde" la admiración, que dirían los politicos). Como voluntad no me sobra, me sirvo de internet para comprender las preocupaciones vitales del escritor alicantino, ya que en buena parte comparto sus lecturas de juventud. Resulta curioso como, con un siglo de distancia, sigamos hablando de los mismos autores: Schopenhauer, Nietzsche, Montaigne.



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En un puesto de libros de segunda mano situado en la esquina del Retiro encontré la novela con la que Azorín se dio a conocer como escritor. Azorín sirvió de inspiración a Pío Baroja, de ahí surge en parte mi curiosidad por este autor tan olvidado últimamente. He hojeado "La voluntad" de pasada -con tanta descripción, la lectura seguida se hace cuesta arriba- y he encontrado varias alusiones a los tres autores citados en el párrafo anterior. También reproduce un pasaje del Critón, el diálogo platónico en el que Sócrates expone su idea de justicia. Ese totum revolutum de autores e ideas me gusta mucho por lo que tiene de antiacadémico. El existencialismo, en sus distintas variantes, nace de la curiosidad y del desorden.



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De vuelta a casa, he intentado -sin mucho éxito- poner un poco de orden en lo que denomino el tiempo de los peces, un conjunto de dibujos con los voy saliendo a ratos de la geometría pura y dura. Buceando en internet, he hallado algo curioso, en el borde de la sincronicidad: una escritora argentina (tocaya mía para más señas), ha titulado de esta forma -"El tiempo de los peces"- un libro de cuentos lleno de poesía y buenas intenciones. Por lo que parece, internet es un inmenso desván en el que nada permanece escondido.

domingo, 15 de enero de 2012

En la torre de Babel




Erasmo fue el primer europeo consciente de serlo, según señala Stefan Zweig. La biografía del escritor austriaco es una invitación a reflexionar sobre los fanatismos que han alterado a lo largo de la historia la tranquilidad del continente. Lutero queda retratado como una furia de la naturaleza, un animal salvaje imposible de domesticar; Erasmo aparece como un ser miedoso, incapaz de tomar partido por ninguna causa en particular, se le describe como un erudito que se refugia en los libros para no afrontar los desafíos de su tiempo. Aunque ninguno de los dos sale muy bien parado en el libro que me he leido estas Navidades, las simpatías de Zweig se concentran en Erasmo, supongo que se sentía identificado con una persona tan poco arraigada y desprovista de culquier pensamiento dogmático.

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Dice Baroja de Zweig que sus biografías, como las de Maurois, son "pedantescas" y "poco amenas". Era de esperar que Baroja se mostrara tan arbitario con un escritor cuyo estilo difiere tanto del suyo. En el fondo ambos autores tienen mucho en común, para empezar porque sus libros son de lejos mucho más interesantes que sus vidas.

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Ajena a la ficción que tanto nos ayuda a comprender la realidad, la vida transcurre sin muchas preocupaciones por esta máquina burocrática instalada en el corazón de Europa, esta especie de torre de Babel en la que se corre el riesgo de olvidar la sensación de pisar la tierra firme. No desespero: aguardo en el horizonte, con la curiosidad de siempre, el tiempo de los peces, la nueva era que vendrá a sustituir a geometría y color. Será un tiempo cálido y misterioso como esos cuadros religiosos del renacimiento en los que se mezclan verdes paisajes y construcciones góticas. No se muy bien por qué, pero siento todavía la necesidad de continuar por esta extraña senda, tan libre y alegre como me permite el pepito grillo de la conciencia así como la inevitable ley de la causalidad.