sábado, 15 de mayo de 2010

Tres estrellas


Tres estrellas, dos islas, un amanecer. La búsqueda de un estilo, de un camino por el que transitar. Siempre hay una primera vez para todo, hay que afrontar los retos con naturalidad. Me gusta recordar las enseñanzas de "El patito feo", ese cuento universal. Es un cuento que habla de la mirada de los otros, de la importancia de no sucumbir ante la superficialidad ajena, esto es, la maldad. En cierta manera, me parece que todo sufrimiento que se haga para encontrar la senda adecuada vale la pena; ese sendero puede estar tan cerca de nosotros que somos incapaces de encontrarlo sin ayuda. De repente, por pura intuición, alguien desconocido se da cuenta de que estamos en el lugar equivocado y nos advierte de ello con contundencia: "¡Eh, sal de ahí!". Tal vez no haya mejor forma de salir del laberinto, es decir, de la mano de alguien que no es amigo ni enemigo sino que pasaba por allí. Luego al final, tras encontrar esa salida, esa puerta del atolladero, nos percatamos fríamente de no haber sido culpables de casi nada. Para la próxima vez, esta enseñanza: aunque la culpa es civilizadora, rara vez nos muestra el camino adecuado.

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