domingo, 9 de mayo de 2010

La fuerza de la costumbre


Platón reprendió a un niño que jugaba a las nueces. Éste le respondió: "Me riñes por poca cosa". "La costumbre", replicó Platón, "no es poca cosa". Con esta anécdota, recogida por Diógenes Laercio, el gran Montaigne se sirve para iluminarnos acerca de la fuerza de la costumbre. No entiendo muy bien qué hay de malo en jugar a las nueces, y supongo que el niño en cuestión seguiría con su lúdica actividad a pesar del consejo del sabio ateniense, pero baste esta enseñanza para presentar al ciberespacio una pintura más en un día idóneo para ello: un domingo sin fútbol.

En efecto, si miro para atrás me doy cuenta de que en domingo suelo publicar un post en este blog. Y si se trata de un domingo sin fútbol, entonces la cosa tiene fácil explicación. No hace falta en verdad leer a ningún clásico del pensamiento para entender este hecho, lo cierto es que el domingo por la tarde suele ser bastante tranquilo y raro es que tenga algo tan urgente que hacer que me impida asomarme a esta ventana de imágenes e ideas, de colorines y ocurrencias.

En esta ocasión, he colgado uno de los primeros cuadros que pinté con óleo, tras cambiar el formato -según mi capricho- con el fin de adaptarlo al blog. El óleo es una técnica que requiere, como tocar el piano o preparar unas oposiciones de notario, de un aprendizaje especial, aquí el autodidacta corre el riesgo de agotar sus energías sin conseguir lo que verdaderamente desea. En mi caso es una evidencia que ningún cuadro me ha salido como yo esperaba, de todas formas no reniego de esta técnica ya que ayuda, más que ninguna, a liberar la mente permitiendonos así salir del universo de las palabras que tanto puede enredarnos.

La fuerza de la costumbre me ha conducido a escribir estas líneas como antes me llevó, casi sin quererlo, al bosque de cerca de mi casa para hacer algo de "jogging". Es éste -por si no lo he dicho antes- un mágico lugar en el que durante todas las estaciones del año me dejo encantar por los colores y sonidos de la naturaleza. En justicia hay que reconocer que Luxemburgo es un lugar donde la tranquilidad es un bien al alcance de todos. A lo bueno se acostumbra uno muy pronto.

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