jueves, 4 de marzo de 2010

Una época absurda


Poco después de acabar una biografía acerca de Montaigne, Stefan Zweig se suicida junto a su esposa. Es difícil leer esa obra sin acordarse del destino del escritor. Es más, uno trata de encontrar entre sus páginas alguna pista que ayude a explicar la terrible decisión del autor de quitarse de en medio así sin más. Alguna referencia hay hacia el final del libro, cuando Zweig comenta que los dolores físicos que sentía Montaigne le habían hecho reflexionar acerca de la idea del suicidio.

Me niego a darle más vueltas al tema, cuando más lo pienso menos lo entiendo. Además, ¿qué pintaba su mujer en aquellos delirios existencialistas? De pronto recuerdo que conservo en una estantería un ensayo de Camus que aborda la cuestión del suicidio, "El mito de sísifo", y busco entre sus páginas algo de luz para entender tanta oscuridad. Sin mucha paciencia para analizar el contenido me quedo con la fecha de publicación del libro, 1942, esto es, en fecha cercana a la muerte de Zweig.

¿Qué pasa en Europa a partir de un cierto momento en el siglo XX, en el que la vida de los hombres y de las naciones gira alrededor a la idea del absurdo?

La biografía sobre Montaigne es magnífica pero por fuerza ha de sumir al lector en un estado de confusión y tristeza. Las generaciones posteriores han ignorado en gran medida a Stefan Zweig y uno puede comprender muy bien por qué. Si le atraía el tema del suicidio, ¡qué hubiera escrito un libro como Camus, pleno de citas y reflexiones interesantes! Pero bajarse del tren a medio camino, como si la libertad de un hombre no tuviera límites, me parece algo disparatado. En esto coincido con Camus, que rechaza la idea del suicidio ya que el pensamiento ha de toparse en cualquier caso con el límite de la propia vida. Mi reflexión a este respecto es más simple: sólo por haber abandonado esa época absurda en la que sucumbió Zweig el hombre de hoy debería dar gracias al cielo o a la providencia.

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