martes, 17 de noviembre de 2009

Fantasías vascas


A veces, como Elizabide el Vagabundo, uno sueña con volver al hogar, tras recorrer medio mundo a la buena de Dios, y dedicar el tiempo a cuidar el jardín y mirar las estrellas.

*

Andrés Hurtado sube a la azotea de Iturrioz y éste le habla, mientras riega las plantas, de Kant, de Schopenhauer, de Nietzsche. Hurtado se pregunta burlonamente si esa azotea no será en realidad el jardín de Epicuro.

**

Se divisan a lo lejos las luces de Rascafría. Ya está anocheciendo. En la búsqueda de su "camino de perfección", Fernando Ossorio tendrá la oportunidad de llegar hasta Toledo y quedarse ensimismado con el misticismo de El Greco. Pero antes pasará la noche al raso en compañía de un alemán meditabundo con el que charlará de la doctrina de Lutero y de otros temas igual de ligeros.

***

Son apuntes de pasajes de relatos de Baroja que me gusta asociar sin ton ni son. Con el paso del tiempo, nada hay mejor para comprender la propia realidad que dejarse llevar por los recuerdos literarios y aceptar que, en el fondo, tan reales fueron las personas con las que hicimos amistad en un determinado periodo como los personajes de novelas que nos han acompañado tras el final de la historia en la que los encontramos.

Es como si, con el paso del tiempo, lo vivido a través de la literatura adquiriera una apariencia de realidad difícil de ignorar. Esa apariencia de realidad es la que permite, por ejemplo, que pensadores y filósofos de todas las épocas puedan dialogar entre sí a lo largo de los siglos, compartiendo el mismo afán de dar respuesta a una curiosidad común.

No hay comentarios:

Publicar un comentario