sábado, 24 de octubre de 2009

Cruzar la frontera


Tarde o temprano hay que armarse de valor y cruzar la frontera: afrontar ese reto que sólo uno conoce y que aparece de cuando en cuando en mitad de los sueños. Para atravesar la frontera hay que dar lo mejor de uno mismo, tomarse en serio y confiar en las propias posibilidades. Al menos hay que intentarlo, no buscar excusas para continuar viendo pasar la vida desde el sillón de la sala de estar. Si uno renuncia a ello corre el riesgo de quedar convertido en figura de piedra, la caricatura inanimada de ese personaje encantado de haberse conocido y que es sombra de lo que hubiera podido ser. Hay que despertar! Menos televisión y más literatura. Se acabo leer el horóscopo por las mañanas aunque sea por mera costumbre.

El que no se adapta a los cambios se expone sin remedio a perecer en las aguas del conformismo, que son templadas y limpias en apariencia pero que el día menos pensado se tornan gélidas y verdosas. No hay mayor rebeldía que la de seguir el propio camino. Además, casi nunca es tarde para el cambio, para subirse en la diligencia de John Ford entre forajidos, hombres de negocios y borrachines y probar fortuna al otro lado del río, a salvo de las flechas de los indios, donde la ciudad está todavía por hacer y todo el mundo es bienvenido.

La vida en el otro lado de la frontera nunca fue fácil, pero tampoco aburrida. Y aquel ha sido y es un terreno propicio para la suerte, para que el azar nos premie de la forma más inesperada y, sobre todo, para encontrar otra vez el sentido a las pequeñas cosas de la vida. Sólo en ese lugar enigmático situado más allá de la frontera somos enteramente libres, podemos reir y llorar sin ocultar el rostro y, en el caso de que nos apetezca, podemos ver el tiempo pasar como cuando éramos niños, entre juegos y ensoñaciones que a nadie molestan.

1 comentario:

  1. podrias haber hecho un dibujo en honor a mi cumpleaños!!!!! piensa quien soy.....

    ResponderEliminar