miércoles, 3 de noviembre de 2010

Saltar en el vacío


Existen algunos autores de los que me aburre leer sus obras aunque me interese saber lo que dicen (es más, me siento identificado con ellos). Uno de ellos es Sören Kierkegaard, escritor prolífico del siglo XIX, etiquetado padre del existencialismo y hombre atormentado, a partes iguales, por la idea de Dios y por la experiencia del amor. Pensar en Kierkegaard es interrogarse sobre la figura de Regina Olsen, su desdichada prometida. Por suerte o por desgracia, según se mire, el filósofo danés abrazó en un momento dado la causa de la escritura e hizo del desamor una bandera. Esto es lo que intuyo ya que, como he dicho, me parece un escritor por lo general bastante pesado y no logro entender muy bien lo que dice.

Con todo, me cae bien Kierkegaard, entre otras cosas porque uno de sus pseudónimos es Johannes Climacus (como mi santo, así soy de influenciable). Repudia -al igual que Schopenhauer y otros cuantos-, a Hegel y su filosofía de corte académico, esa filosofía de ganadores que a mí tanto me desagrada (otro pájaro de esta especie sería Heidegger, que me está particularmente antipático con su ocurrencia del ser-ahí). De entre todas las reflexiones del filósofo danés, me gustaría rescatar una aquí y ahora: todo hombre puede atravesar a lo largo de su vida por tres estadios diferentes (cada uno superior al anterior): un estadio estético, en el que el goce sensual prevalece sobre todo lo demás (típico de la adolescencia), el estadio ético, en el que el hombre basa su comportamiento en unos códigos morales con vocación de universalidad (propio de kantianos y afines), y por último un estadio religioso, en el que el hombre vive y siente de acuerdo con su particular relación con la divinidad (místicos auténticos).

Lo que me interesa de esta idea es la asunción de que para pasar de un estadio a otro y "perfeccionarse", no es posible realizarlo poco a poco, paso a paso: por el contrario, es menester efectuar un salto en el vacío, es decir, que hay que asomarse al abismo y lanzarse a través de él, en pos de lo desconocido, con el riesgo de romperse algún o todos los huesos en el intento, según la profundidad del abismo. Esta defensa del salto en el vacío para pasar de un estadio a otro, si he entendido bien, se contrapone al método dialéctico (tesis, antítesis, síntesis) que caracteriza la filosofía de Hegel o Marx, por citar dos ejemplos.

¿Qué significa este salto en el vacío? Significa que, en determinados momentos de la vida, hay que actuar aparentemente "a lo loco" para pasar de una situación a otra, para conseguir nuestro objetivo de ser diferentes, de mejorar. Por esta razón, sin la posibilidad del fracaso, de dejarnos la piel o los huesos en el intento, el verdadero cambio no es posible. Aunque tengo la impresión de que Kierkegaard nunca fue del todo feliz, sí creo que logró comprender la veracidad de esta teoría. Murió joven y solo, pero nos dejó un legado impresionante que haríamos mal en ignorar.

3 comentarios:

  1. asi se hizo zaratrustra o algo así.... Que buen libro!!!! jajajaja

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  2. Será "Así habló zaratustra"... Ni que fuera el trailer de una película!!! Pues sí, un gran libro según su autor, me lo dejé a medio leer este verano, no me enteraba de casi nada... tan divertido como Kierkegaard, otro clásico del entretenimiento ;-)

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  3. nitche es el mejor!!!! arriba los filósofos que después de años escribiendo libros se volvieron como una cuba!!!!!!

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