lunes, 14 de diciembre de 2009

Paisaje imaginado



Siempre hay un paisaje real para acomodar un paisaje imaginado.

Tras el último recodo del camino, flanqueado por árboles centenarios, aguarda una explanada de hierba que conduce a las ruinas de lo que fue un pequeño castillo medieval. A lo lejos se escuchan las aguas de un riachuelo. No se ve a nadie por los alrededores.

El viento azota las ramas más altas de los árboles, los pájaros llenan el aire con sus alegres diálogos matinales, la luz de la mañana se cuela por los huecos de los troncos secos que, junto al camino, ofrecen refugio y alimento a diminutos y coloridos insectos.

Vivir para imaginar, soñar con la naturaleza y buscar momentos de reposo allí donde la tranquilidad y la armonía son imperturbables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario