jueves, 31 de mayo de 2012

De paseo por la Feria


 Ayer pasé la mañana en la Feria del libro del parque de El Retiro. Llevaba años sin ir, cosas del exilio centroeuropeo. Tenía muchas ganas de recorrer el Paseo de Coches y disfrutar de nuevo del ambiente especial de la Feria. Hace años me paseaba por la Feria y curioseaba por la casetas sin saber muy bien lo que quería comprar. Desde que logré la estabilidad laboral, la verdad es que leo mucho más que antes y no solo en verano o en días de vacaciones. Gracias o por culpa de Stefan Zweig, la lectura de otros autores se me ha hecho casi obligatoria, por lo que cada visita a Madrid aprovecho para buscar los libros en castellano de esos escritores que por una u otra razón aparecen en alguna biografía o reflexión suelta del novelista austriaco.

Pero, oh casualidad, en el camino de los poetas malditos, conquistadores del océano y filósofos de todas las épocas se ha cruzado, casi sin querer, un autor al que a partir de ahora seguiré la pista de cerca. Se llama Simon Leys (ese es al menos su pseudónimo) y tiene publicada en la Editorial "Acantilado" una recopilación de artículos periodísticos cuyo título coincide en parte con uno de sus escritos: "La felicidad de los pececillos. Cartas de las antípodas". Lo compré porque, entre otras cosas, la cubierta de este libro está formado por tres peces vistos de perfil, lo cual se asemeja a varios de los dibujos que llevo haciendo -sin saber por qué- en los últimos meses.

He leido los primeros artículos y me he dado cuenta del gran acierto de la compra. Leys habla de arte, de literatura, de filosofía y de su propia vida sin que se sepa muy bien de que está hablando en cada momento. Esta capacidad de mezclarlo todo con naturalidad supone para mí una suerte de revelación; es como si hubiera dado con la clave para avanzar por un camino cuya existencia intuía pero no sabía muy bien a ciencia cierta donde se hallaba.

Escribir con sencillez y claridad, sobre temas interesantes, sin aburrir a los lectores con nada superficial o innecesario (aunque, en ese caso, y siguiendo al Eclesiastés, lo raro sería abrir la boca). Aunque durante un buen trecho el único lector sea uno mismo, creo que escribir es la única manera de comprender ciertas cosas.

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