domingo, 6 de junio de 2010

Tierras de conquista


Nadal reconquista la tierra de París, dicen los periódicos. Son cinco los Roland Garros en su poder como cinco fueron los Tours que venció Induraín, ese hombre tranquilo que nos alegró tantos veranos. La presencia de Nadal en los medios se alarga a la casi totalidad del año, ya que además de jugar al tenis participa en anuncios, videos musicales, campañas de promoción turística: uno llega al aeropuerto de Ibiza y allí se topa con la imagen del manacorí, sonriente y bronceado, dando la bienvenida a los viajeros en varios idiomas.

Rafa Nadal parece feliz porque hace lo que le gusta, pero da la impresión de que sería bueno en todo lo que se propusiera. Hace casi un siglo, Baroja proconizaba un remedio contra el mal de vivir: la acción. Y apuntaba el escritor, anticipándose a la recuperación espectacular del tenista tras su lesión: la acción por la ambición y el placer me parece poca cosa. A mí me gustaría la acción, la gimnasia del espíritu, la superación de mí mismo, pero no por el placer, sino por un sentimiento de orgullo.

Seguramente una persona como Nadal, dedicada al cien por cien a la misma actividad, no necesita reflexionar mucho a la hora de encauzar sus acciones, y por ello no cabe pensar que actúe por tal o cual razón. Él entrena duro para mejorar, cuando está fatigado descansa, y en las horas libres juega a la PlayStation. El sentido común, la humildad y el espíritu de superación estaban ahí desde niño, hay cosas que o se tienen dentro o no hay nada que hacer para inculcarlas.

Nadal es un ejemplo de todas las virtudes que deben acompañar a un deportista. Él y su fe en sí mismo han sido capaces de reconquistar el trofeo más importante sobre tierra batida, tras una temporada cargada de lesiones y contratiempos. Esperemos que el triunfo de Nadal sea una buen presagio para el plato fuerte que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Si Rafa ha sabido conquistar la tierra de París, hay que pensar en que la selección de fútbol, con todo el apoyo de España detrás, puede conquistar las tierras de Sudáfrica. Soñar no cuesta nada, ha llegado la hora de la verdad. ¡Vamos!

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