jueves, 16 de febrero de 2012

Manchas



Hay algo extraño en las palabras, en la necesidad de poner nombres a las cosas. El nombre es seguramente la primera forma de ficción con la que se relaciona el ser humano. También representa, está claro, una demostración de afecto. No se puede negar que el afecto es algo que ata, que nos aleja de la absoluta libertad de los que no tienen nombre. Ser libre es en última instancia carecer de nombre, carecer de todo aquello que nos liga al tiempo de las cosas y de las personas. Pero no se puede vivir sin sufrir por los demás, no se puede vivir sin amar las cosas y personas a las que hemos dado un nombre. Vivir para nombrar y para ser nombrado, supongo que se trata de eso principalmente. Nombres como manchas que no se pueden borrar, como los primeros recuerdos de la infancia.

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