lunes, 21 de noviembre de 2011

Los caballos de Kohlhaas


Se cumplen exactamente 200 años de la muerte de Heinrich von Kleist y su acompañante Henriette Vogel. La fecha de este post coincide con el evento con el que von Kleist puso fin voluntariamente a la obra de teatro que constituyó su propia vida. Quién le hubiera dicho que, dos siglos después, sería considerado como uno de los grandes dramaturgos alemanes de todos los tiempos, cuando según dicen, fue el fracaso lo que le llevó a quitarse la vida. Es lo que tienen algunos genios, que no saben que lo son o no saben esperar a que los demás reconozcan su talento para disfrutar del éxito.

Una de sus obras más aclamadas se titula Michael Kohlhaas. Es una novela breve que aborda la idea de la justicia y la posibilidad de recurrir a la venganza para saldar las afrentas que sufrimos. A Kafka le gustaba mucho von Kleist, por lo que hemos de deducir que el adjetivo kafkiano debe buena parte de su nombre al dramaturgo alemán. En efecto, hay pasajes de Michael Kohlhaas que parecen salidos de la mano de un abogado procesalista, lo cual choca bastante con la naturaleza romántica del autor. En este libro, lo jurídico linda con lo poético, lo concreto con lo simbólico, lo terrenal con lo celestial. El propio nombre Michael hace referencia al arcángel San Miguel que se rebeló, en nombre del mismo Dios, contra el mal encarnado por Lucifer.

Según lo veo yo, la justicia queda representada en este relato por los dos caballos moros propiedad de Kohlhaas cuya retención en el castillo del junker von Tronka dará lugar a las violentas revueltas lideradas por el protagonista. La suerte de estos nobles animales marcará de forma rocambolesca el destino del héroe de von Kleist y de los habitantes de toda la región, incluidos príncipes y gobernadores. Una aparición estelar corresponderá al mismísimo Lutero, con quien Kohlhaas tendrá un curioso e inesperado encuentro a mitad de la novela.

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