miércoles, 16 de febrero de 2011

Sueña Scardanelli


Cuando duerme su excelencia, alcanza a ver en brumas el joven rostro del poeta. En el sueño del poeta aparece Diotima, más hermosa que nunca, pero a la vez más distante. Para su excelencia, la primavera ya pasó, en la humilde casa del carpintero el otoño transcurre indefinidamente, ajeno al tambor de las revoluciones, indiferente a todo lo relacionado con el devenir de Europa. Las obras de Stendhal aguardan anónimas en el cajón de una biblioteca. Pronto Nietzsche perderá la conciencia de si mismo, toda su voluntad vital será reducida a un cortocircuito de enloquecidas neuronas. La filosofía se convertirá más tarde en la antítesis de la música celestial. Sin renunciar a la palabra, a lo que nos hace verdaderamente libres, conviene abandonarse de vez en cuando a la alegría que surge de los violines de Johann Sebastian Bach. También a los colores que nada explican ni pretender reflejar. Hölderlin pagó un precio muy alto por su osadía y se transformó en Scardanelli, su decrépita sombra.

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